¿Has oído hablar del elevator pitch? Ejemplos de discurso breve, pero intenso, eficaz y con un mensaje claro no hay muchos en el terreno laboral. Pero, imagina que un buen día te subes a un ascensor y en él te cruzas con un empresario, directivo o cliente con quien podrías entablar el negocio de tu vida. Es una oportunidad única: sabes que nunca más volverá a repetirse.
Sin embargo, tienes apenas 2 minutos (o incluso menos) para romper el hielo y dirigirle unas cuantas palabras que despierten su interés por tu marca, producto o servicio. No valen los titubeos ni las dudas. Debes ser preciso, directo y contundente a la hora de transmitir tu mensaje. ¿Qué le dirías? ¿Cuál sería tu apuesta?
En este contexto, el pitch, habitualmente conocido como Elevator pitch, consiste en una forma de presentar las ideas de negocio ante potenciales clientes o terceras personas que de alguna u otra forma estén interesados en ella.
Se trata de una técnica propia del siglo XXI. Y cuando decimos que es propia de nuestra era no lo decimos porque sí. Vivimos en un mundo en el que cada vez tenemos menos tiempo del que quisiéramos, ágil, veloz, y no sabemos cuándo ni dónde puede surgir nuestra próxima oportunidad de negocio: en un evento, una feria, una reunión o, para no ir más lejos, un ascensor.
¿Cómo hacer un Elevator pitch? Pasos básicos
Volvamos a la escena del principio. Estás frente a la persona a la que quisieras presentar tu idea de negocio y el ascensor se ha puesto en marcha. Sientes ansiedad, algo de presión, pero a la vez sabes que debes intentarlo. ¿Por dónde empezar? ¿Qué pasos puedes seguir para no sucumbir ante el silencio?
1) Tener claro lo que ofreces:
Sí, suena obvio, pero sin esto no podemos hablar de una estrategia de Elevator pitch, ejemplos hay tantos como ocasiones y el éxito de cada una de ellas dependerá del contexto, pero también de los objetivos y la habilidad del orador. Lo primero pasa por tener claro (y no olvidar nunca, ¡nunca!) qué es lo que ofreces a los demás, cuál es tu producto o servicio o contenido, y por qué es útil para el público al que te diriges.
2) Quién eres, de dónde vienes y cuál es tu experiencia:
En realidad no tiene porqué ser el segundo paso, pues lo puedes intercalar con el primero. Lo realmente importante es que en unas cuantas palabras definas quién eres, de dónde vienes tú y tu marca y cuál es la experiencia que tienes en el mercado en el que te desenvuelves. Si tienes experiencia y tu marca está bien posicionada, bastará con ser un poco más enfático. Pero si, como le pasa a una buena parte de los emprendedores, se trata justamente de abrirse un hueco en el mercado, tendrás que hacer un esfuerzo doble.
La idea es que tu nombre sea lo suficientemente sonoro como para que los clientes o inversores lo recuerden, al igual que se queden con tu imagen. Esto va fundamentalmente de eso: imagen.
3) En qué consiste tu idea:
Hechas las presentaciones, el siguiente paso es explicar brevemente tu idea de negocio. Ojo, aquí es cuando muchos sucumben: o se extienden demasiado o no son lo suficientemente precisos como para generar interés en la otra persona. Las dos cosas van de la mano. De hecho, si te fijas, este paso no es más que una ampliación de la presentación (punto 1). Por tanto, sé breve, conciso y dale un matiz especial a las palabras que consideres que deben quedarse grabadas en la memoria del otro. Y, claro, date prisa: ¡el ascensor sigue subiendo!
4) Qué te hace diferente a los demás:
De los 2 minutos de los que dispones, ya han trascurrido 1,20. Sin embargo, en este paso te enfrentas a otro elemento fundamental de la presentación de tu idea de negocio: qué te hace diferente. Es decir, por qué quienes te escuchan deben invertir en tu proyecto y no en otros, que seguramente los habrá a montón. Te juegas mucho en este momento, pero si lo tienes claro y eres eficaz a la hora de transmitirlo, habrás conseguido un 90% de tu objetivo.
5) Qué ofreces a los inversores:
Habiendo ganado todo ese terreno, el último paso consistirá en confirmar que la persona que tienes delante sí está interesada en tu idea. ¿Cómo conseguirlo? Sencillo: dirigiéndote a ella como inversor, financiador, cliente o interesado, es decir, apelando a los beneficios directos e indirectos que podría obtener si se suma a tu proyecto. En este punto, el discurso tiene que ser personalizado, antes que genérico, pues lo que buscas es un «sí» como respuesta, lo que no impide que puedas inspirarte en otros elevator pitch ejemplos para coger ideas.
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